A LOS VIEJOS NO SE NOS PARA:
Por razones estrictamente biológicas , los
seres humanos sucumbimos ante los años y su peso irreversible. No es la edad;
sino sus consecuencias las que nos van incorporando al retiro.
Así pues , las arrugas nos desincorporan del
acontecer ciudadano, y hasta nos van eliminando los derechos ; aunque en una
supuesta realidad , adquirimos algunas trazas de veneración lastimera: El paso
preferencial en las aceras, el puesto en el autobús y por supuesto en las colas
(suerte de nueva costumbre venezolana).
Sin embargo ; toda esta suerte de cumpleaños
me llevan a significar una simple verdad: A los viejos no se nos para.
Trate de advertirle a la humanidad sobre los
peligros del calentamiento del planeta , y verá como los viejos nos tornamos invisibles para los contertulios. Trate de aconsejar a
los jóvenes y sentirá el rechazo casi
automático de la audiencia, y así los etcéteras redundan en lo que afirmo.
Un viejito hace un reclamo en cualquier
oficina y hasta lo tildan de loco; sino es que termina haciendo de limosnero de
sus propias pertenecías.
Traje a colación este tema por una razón de
peso. Si de peso. Ya que la gravedad nos castiga implacablemente. Los pasos se
van tornando lerdos, y ni hablar de la pobreza de nuestros tejidos . Por supuesto me refiero
a eso: A lo que tanto tememos los
viejos. Llega ese infame momento en que descubrimos que ya no se nos para.
Nadie nos hace caso, y ni siquiera nos dan la
mano para ponernos de pie. Si . A eso me refería, porque al Alzheimer hace olvidar
todo lo demás: Hasta los tejidos.. porque se nos va olvidando tejer coherencias sin ser mal interpretados por
los lectores.
César F. Rivero
Cualquier madrugada insomne.
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