Los seres humanos hemos creado y aceptado
como leyes todo un conjunto de interrelaciones y eventos que conjugamos como
verdades irrefutables , y hasta imprescindibles: Tiempo , fe, amor, guerra ,
paz , felicidad. De estos intangibles hemos creado a su vez leyes y/o códigos
para “facilitar” la conjugación de tales
conceptos. Vale tan solo recordar que el día y la noche solo tienen validez en nuestro
sistema de cosas, y que El sol es apenas
un grano de arena en la inmensidad del universo, para desmontar nuestra
realidad del tiempo.
Al titular esta reflexión pongo en duda el
por qué y para qué de tantas verdades a medias; sin que con ello pretenda
menoscabar la esencia misma de lo etéreo, como el amor, la fe y la felicidad. Yo
dudo, luego existo, es al fin y al cabo
la razón de ser de la relación
cartesiana entre mi yo y las
circunstancias que nos rodean.
Así que hurgando entre los vericuetos del
lenguaje , deslizo mis dudas sobre la impersonalidad de algunos verbos: Digamos
que el sujeto es el elemento de la oración que concuerda en número y persona
con el verbo: siendo este último, la acción que se conjuga. También se dice que los verbos impersonales
son aquellos que solo se conjugan en tercera persona, y por lo general se
refieren a eventos meteorológicos : Llueve, ventea, nieva , truena, etc.
“Todos
quieren ir al cielo; pero nadie desea morir…” reza el saber popular: Asunto que
de paso es mas verdadero que las verdades prenombradas. Y hablando precisamente del verbo morir , es ahí donde se centra mi participación en
esta reflexión: Yo lo conceptualizo como un verbo impersonal; muy a pesar que
lo expresamos con todos los pronombres , y todos los sujetos posibles del
lenguaje. Yo diría que es un verbo “impersonalísimo” , si a bien se pudiera
usar el término. Pero por las dudas, yo lo declaro así.
Vayamos a la esencia de lo que es conjugar.
Yo como, tu comes, el come…Pero; ¿ podemos afirmar yo muero, tu mueres, el
muere, etc.? Tengo mis dudas al respecto: Se por mi afición a la escritura, y
quizá por mis andanzas bohemias en los senderos de los bardos, que muchos
morimos de amor. Ahora mismo yo me estoy
muriendo de amor sin otra razón que el amor mismo. Gajes del oficio de vivir enamorado…dirían algunos
otros bohemios . Pero lo vivo así.. lo conjugo así y hasta lo pretendo con orgullo.
Con
respecto al título, y llegando al meollo de este asunto, me temo que nadie
conjuga el verbo morir literalmente. YO no ceso mis funciones vitales; antes
por el contrario son las funciones vitales las que cesan… y “la pelona”, por
llamarle con cierta confianza (anda con nosotros desde que nacemos), se encarga
de “ejecutar” literalmente la conjugación de la muerte. Es decir, el no muere,
lo muere la muerte. Eso de fulanito se está muriendo ; y me corrigen los verdaderos
conocedores del lenguaje , no tiene sentido , al menos para el común de los
humanos. (se trasciende según algunas religiones) .
Hoy sin embargo, me temo , y me duele en el alma , tener que
afirmar que Venezuela se nos está muriendo entre los brazos. El país se nos muere
porque la gran mayoría de nosotros hemos cesado en nuestras funciones
ciudadanas. Sí. Tal como los órganos
vitales de los que hablamos hace unas
líneas. La mayor desgracia, es que el país se nos está muriendo de amor. Tal
como los bardos que azuzaron al Quijote tras sus anhelos por Dulcinea. Y lo peor no es que nos estemos
haciendo los locos ,; sino que cabalgamos sobre un rocinante pretendiendo al
hambre como un merecido bien.
Y mientras combatimos con los molinos de
viento : colas, medicinas, efectivo, agua, luz, Internet, etc. , la verdadera
guerra nos rasga las vestiduras (literalmente). Andrajosos casi andamos al
menos en cuanto a derechos. El ciudadano ha sido expuesto a la intemperie ante
la ventisca “socialista” que nos arremete. El ciudadano debe morir para que
subsista el régimen , lo que me lleva a sopesar un imprescindible : Y viceversa ..!
Venezuela, un lunes de carnaval del 2018.
#QueDiosNosampare