jueves, 11 de septiembre de 2014

SPEECH

DISCURSO
Sr. Jesús Cristo, Embajador del Cielo en La tierra. Sra. Virgen del Valle: Embajadora de Venezuela ante Dios,  Sr. Simón Bolívar, Emérito Libertador de América y consabido héroe de nuestras gestas patrias.
Conciudadanos todos.-

Hubiera sido mas fácil dirigirme a ustedes en esta fecha tan especial, con solo llamarles paisanos; pero no deseo hacer uso de la nominación de razas , para no ser excluyente en estas líneas  , ya que lo que voy a mencionar  compromete a todos los que existimos sobre este suelo venezolano, y quizá mas allá de nuestras fronteras.
Es sumamente difícil, y hasta doloroso,  tener que dar por hecho factible y hasta comprobable  la grave afirmación que hoy enmarca el concepto de Venezuela como lugar que cohabitamos: Hoy Venezuela a grandes rasgos es simplemente Lo que nos queda de país. Así de sencillo ; pero no menos dantesco: Lo que nos queda de país. Y redundo en este concepto porque igualmente está frase redunda en nuestra decadencia como ciudadanos y en nuestra coexistencia como nación del mundo. Nuestra desgracia carcome lo global.
Lo que nos queda de país , hoy , no es mas que el reducto de grupos trastocados por el afán de poner al mundo de rodillas al pedir clemencia y rogar por nuestros derechos a cambio de nada.  El hambre es solo una parte del castigo, por no mencionar otras torturas. Drogas, armas y el dinero son apenas parte del nefasto fin. Una ideología es simplemente el burdo escenario para cercenar las libertades humanas. Incluido por supuesto nuestro derecho a vivir.

Lo que nos queda de país es sencillamente la puerta a la violencia , y a la impunidad en el ejercicio de esta. El mero concepto de la globalización estorba. Informar es la diatriba insomne para los que delinquen .
Lo que nos queda de país es un abrazo entre desamparados para darnos calor en la noche de los tiempos. En solo segundos un dedo sobre un botón puede poner fin a  la globalidad , y peor aún;  dar por terminada la existencia de la humanidad, tal y como la conocemos.
El dominio sobre la territorialidad no aplastará a los pueblos tanto como la esclavitud .
Lo que nos queda de país es asirnos a la libertad. Asirnos a la fe en el futuro donde navegarán nuestros niños. Y no importa si los mares se encrespan si a ellos les dejamos esa tabla de salvación. En la tierra siempre germinará la buena semilla para satisfacer el paladar de las generaciones por venir. Amén.


Una mañana de lo que nos queda de país.
septiembre de 2014.

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