DISCURSO
Sr. Jesús Cristo, Embajador del Cielo en La
tierra. Sra. Virgen del Valle: Embajadora de Venezuela ante Dios, Sr. Simón Bolívar, Emérito Libertador de
América y consabido héroe de nuestras gestas patrias.
Conciudadanos todos.-
Hubiera sido mas fácil dirigirme a ustedes en
esta fecha tan especial, con solo llamarles paisanos; pero no deseo hacer uso
de la nominación de razas , para no ser excluyente en estas líneas , ya que lo que voy a mencionar compromete a todos los que existimos sobre
este suelo venezolano, y quizá mas allá de nuestras fronteras.
Es sumamente difícil, y hasta doloroso, tener que dar por hecho factible y hasta comprobable
la grave afirmación que hoy enmarca el
concepto de Venezuela como lugar que cohabitamos: Hoy Venezuela a grandes
rasgos es simplemente Lo que nos queda de país. Así de sencillo ; pero no menos
dantesco: Lo que nos queda de país. Y redundo en este concepto porque igualmente
está frase redunda en nuestra decadencia como ciudadanos y en nuestra
coexistencia como nación del mundo. Nuestra desgracia carcome lo global.
Lo que nos queda de país , hoy , no es mas
que el reducto de grupos trastocados por el afán de poner al mundo de rodillas
al pedir clemencia y rogar por nuestros derechos a cambio de nada. El hambre es solo una parte del castigo, por
no mencionar otras torturas. Drogas, armas y el dinero son apenas parte del
nefasto fin. Una ideología es simplemente el burdo escenario para cercenar las
libertades humanas. Incluido por supuesto nuestro derecho a vivir.
Lo que nos queda de país es sencillamente la
puerta a la violencia , y a la impunidad en el ejercicio de esta. El mero
concepto de la globalización estorba. Informar es la diatriba insomne para los
que delinquen .
Lo que nos queda de país es un abrazo entre
desamparados para darnos calor en la noche de los tiempos. En solo segundos un dedo
sobre un botón puede poner fin a la
globalidad , y peor aún; dar por terminada
la existencia de la humanidad, tal y como la conocemos.
El dominio sobre la territorialidad no
aplastará a los pueblos tanto como la esclavitud .
Lo que nos queda de país es asirnos a la
libertad. Asirnos a la fe en el futuro donde navegarán nuestros niños. Y no
importa si los mares se encrespan si a ellos les dejamos esa tabla de salvación.
En la tierra siempre germinará la buena semilla para satisfacer el paladar de
las generaciones por venir. Amén.
Una mañana de lo que nos queda de país.
septiembre de 2014.
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