Carta para mis hermanos venezolanos .
Hoy no
tengo la mas mínima intención de escribir un poema: Las musas no riman con la estridente
realidad que nos abruma. El oprobio en contra de los conciudadanos se ha
convertido en moneda de circulación legal; Sí, legal. Se ha hecho ley una grave descomposición social, y ha devenido la pobreza
absoluta en el heredad que nos espera. La sordidez del rancho no solo se remite
a los escasos metros donde suelen dormir los niños amontonados al lado de los adultos .
La sordidez del rancho no es solo para los niños que deben permanecer sin
custodia , mientras su mamá labora. El padre biológico por lo general está
ausente, y alucinando una realidad que le seduce a permanecer apenas vivo para
los censos : Ya pasará a engrosar el sistema carcelario o abordará la lista de
los fallecidos en “algún ajuste de cuentas”.
La
pobreza extrema no solo está arropando nuestros ya devaluados ingresos. A este paso
, Ya sembrando topochos saldaremos el hambre, y con el sobrante haremos un
trueque con los vecinos que siembren cilantro. El mayor de los problemas es que
la pobreza mental está minando a toda la sociedad. Hoy no importa si los derechos de un amigo o de algún desconocido sean
conculcados, o simplemente desconocidos por el sistema: Con tal y a los míos no
los toquen, los demás que se vayan al carajo....!
Vale la
pena citar una inspiración: “Ellos vinieron” de el alemán Friedrich Gustav : “
Ayer vinieron por los judío y no dije nada pues no soy judío. Luego vinieron
por los ricos , y no dije nada porque no soy rico. Mas tarde vinieron por los
sindicalistas y de nuevo callé porque tampoco soy sindicalista…Vinieron por los
católicos y simplemente callé pues soy protestante.
Luego vinieron por mi, y para entonces no quedaba nadie que dijera nada…”
Yo
pienso que para rescatar a el país la prioridad está en acontecer en una moral
plenamente forjada por nuestras necesidades, y luego ceñida a nuestros
particulares intereses. Un modelo de país antes que un país modelo. Nuestra constitución no es
mala; pero debemos respetarla y hacerla respetar. Una constituyente no salda
nuestros derechos si antes no se hace
valer el peso de las leyes vigentes.
Simplemente sería un comodín para quien ejerza el poder.
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