La
noche es tan densa que casi se puede palpar con las manos. El silencio se ha
transformado en parte de la oscuridad. Por mas que trato de escuchar; solo
alcanzo a oír mi propio silencio. Tal es la ausencia que hasta los aromas han
sido absorbidos por el negro manto que
nos cubre. Mi país es una madrugada que
se está prolongando demasiado. No me atrevo a volver a la cama so pena de
seguir remando en medio de una pesadilla en blanco y negro. He perdido la
noción de cuando los crepúsculos anunciaron este anochecer. Solo recuerdo esa
tarde en la cual Venezuela se regocijaba de sus colores . Anhelo esos sabores
que se mezclaban con el paisaje. Se me ha agotado el sueño y la noche no
termina.
Enciendo
una vela con el pretexto de ver por donde andar, y no tropezar con los
cadáveres que presumo alrededor. Su pestilencia ofende los sentidos. Prefiero colocar mi vela frente a el altar, y
rogar a Dios que mueva al país hacia un
lugar donde el alba fragüe el horizonte. Deseo ver a el mar besando las costas de un país
impregnado de colores que ahora están ocultos en la densidad de esta mala hora.
Me atrevo a citar una prosa: "..parece que para a el mundo , la palma sin un va y ven.."
Otra
madrugada de enero del 2015
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