La ciudad sembrada de grises muestra su
rostro pálido ante la inminencia de la tempestad. El viento desnuda la calles y
no queda mas esencia que la fuerza del vendaval. Un negro crepúsculo se cierne
sobre la totalidad cubierta de concreto. La naturaleza parece regresar a todo
lo que le pertenece. La lluvia detiene al tiempo al imponer su voz.
Una
mujer permanece sentada al borde de las aguas que sumergen sus pies. El caudal
inusual le sume en los recuerdos de una niñez lejana que regresa al presente.
Chapotea en el escurridizo verbo que arrasa con los desechos de la civilización,
y que ahora borra el rumbo que la trajo hasta aquí.. Ausente e imperturbable, juega con sus esperanzas de ver navegar a los
espantos de algún pueblo rivereño.. El manto de los años ampara sus sueños., y el invierno juega con la miel de sus ojos. Lágrimas y
lluvia son un mismo verbo. La edad condena a una sorda inocencia.
Un trozo de pan endulza su espera, mientras
que la brisa juega con sus canas. Logro dar unos pasos para acercarme a su
tiempo.
_”El Arauca vino a visitarme .. A lo mejor me
marcho en el siguiente barco.”
Me sumerjo en su río , y se humedecen mis penas. Me atrevo a
preguntarle si está perdida, y solo me dijo:”_ todo lo contrario, si al fin me
encuentro…”
Y las aguas del Arauca perfumaron la noche. Y
me quedé sumergido en los cantos de la lluvia….
Hoy me pregunto cuántos ancianos están a la
deriva en el cardumen de nuestras ciudades. Esta realidad la viví ayer en pleno
centro de mi civilización. Junio 2015.
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