Existe
un frágil equilibrio en la escritura que obliga a que la ficción sea creíble para quien lee, e
incluso palpable para quien la escribe. Allí existen silencios que empujan contra las paredes, así como el
absurdo de unas dulces lágrimas de amor.
Así la aventura de un cuento va hilvanando estrategias , y de pronto estamos inmersos
en su verdad. Así que en una ocasión hubo tantas veces, que nuestro personaje
tuvo que aprender a hablar con el silencio mientras su propia imagen le susurra
desde un espejo.
Fue en
los tiempos alguna dictadura cuando los pobres se descubrieron mas pobres ; pero se adaptaban a un destino
que no era el suyo. Esa mañana, los grises sumergieron al alba en un atardecer tan
desolado, como esta habitación que me atrapa
con sus barrotes hechos de rabia y de tristezas.
Una y otra vez he intentado sin éxito disolver esta mentira ; pero me golpea
con la brutalidad de sus verbos. Es pura
ficción , suelo decirle al espejo; pero mi rostro me ordena callar, y regresar
frente al ordenador para que recree una fantasía donde mis miedos sean tan verdaderos
que no los pueda vencer: Tengo miedo de vencer al miedo y perder esta soledad
de quien me he enamorado.
Han sido
tantas veces que ya las horas no existen cuando me dejo llevar a esta orgía de
letras, silencios y terror. Temo asomarme y no libar tu aroma , temo descubrir que las sonrisas
hayan dejado de existir. El tiempo
contagia a las tristes prosas que
absorbo por la ventana. Presiento en la bruma el dolor de unos niños que se
debaten con el hambre , mientras sus madres hambrientas combaten con las angustias
de no probar bocado. Temo que el tiempo
ha dejado de existir porque como esclavos , presiento a los hombres adivinando
las horas. Las espaldas parecen lamer el látigo para saborear su sonido; mientras
el sol exalta los grises de un atardecer sin haber consumido la fragancia del amanecer.
Son las
6 de la mañana, o ya no se decirles si estoy durmiendo. Hoy despierto hacia una
noche que está forzando a los hombres para que renuncien a la realidad. Es dantesco asistir a esa noche donde dejan
de existir las estrellas, y sin luna los enamorados han renunciado a su intención. Es
cuestión de amar a la luna , y perseguir tus ojos en la serenidad de su luz.
Me está
doliendo esta noche donde los mansos bueyes lamen sus llagas para poder
arrodillarse e inclinar sus lomos para ostentar el yugo. Temo que las madrugadas
se han resguardado en las tonadas para
olvidar los bramidos. Temo al temor que todo lo contagia, y como una nata silencia la voz de los cantos.
Los médanos se perfuman con el vendaval de los mares , y a cambio los mares
promulgan los silencios que vistieron las dunas. Temo que los cujíes hayan
desnudado sus ramas , porque en ellos presumo la tenacidad de los hombres.
Presumo sus sombras cuando está amaneciendo.
He que tendido en la playa de mis temores fraguo
las olas que disuelven mis ansias. Temo palpar en las brumas las mustias notas
de una canción de amor.
Agosto
de 2016
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