PABLO.
En el
campo las leyendas y la realidad se entrelazan para tejer matices que hacen de la fe una compañera cierta que acompaña el devenir
del tiempo.
Es
así como encontramos a Pablo persignándose a medida que sale del río. Sus ojos
no se apartan del agua , y sale corriendo a contarle al abuelo lo que le acaba de suceder. Lleva en su mano la prueba
irrefutable de lo que viò…
El día había comenzado con la faena acostumbrada
en esta época del año. El canto madrugador de las paraulatas y el cielo
ennegrecido hacen presagiar la llegada de las lluvias . La tierra es labrada para saciar su sed con los
primeros aguaceros. A escardilla, Pablo ha estado trabajando toda la
mañana. El calor inclemente, además de la polvareda del terrenal seco, lo obligan
a buscar refugio debajo de unos árboles a las orillas del río.
Desde allí, contempla un horizonte donde
la efímera silueta de un jinete, y el ganado, parecen diluirse en la sabana.
Las distancias se disuelven bajo el ardiente sol.
Pablo
se ha quedado ensimismado y a no ser por
el revoloteo de una aves muy cerca de él, se hubiera quedado dormido.
Se pone de pié y camina sigilosamente hacia
el río intentando descubrir el origen de aquel ruido inusual. Luego de unos
breves pasos llega a la orilla , donde
estas aguas siempre lo han recibido para
devolverlo a la vida.
Se quita la ropa y se dispone a sumergirse
en la cristalina corriente. Se zambulle una y otra vez dejando ver en su
desnudèz lo delgado de su cuerpo. De nuevo el fuerte aleteo entre los
matorrales llama su atención y permanece quieto en medio de la poza.
El dorso del muchacho corta la corriente
dibujando ondas que se disipan entre los pequeños arbustos.
Este apacible río es muy famoso entre
pescadores, que se agolpan en su cause al llegar la temporada. Durante esa
época son muy pocos los lugareños que se arriesgan a tomar un baño en estas
aguas, que se hacen turbulentas y
traicioneras. Sabrà Dios la cantidad de visitantes que han perdido botes, y
hasta la vida en procura de los peces que van a desovar aguas
arriba.
Durante esos días las personas que habitan
este lugar procuran no acercarse, para evitar las molestias de una gente que
pregunta demasiado, y solicitan favores para resolver las penurias propias de
quien no conoce esta región.
A
esta hora, uno de esos pescadores, llamado Francisco López, esta llegando de la
ciudad con su esposa y dos hijas.
Estaciona el vehículo y se dirigen hasta una estrecha playa que enmarca
a El Raudal. Allí se detienen a contemplar
una escena que ya les es familiar. No es la primera vez que permanecen
extasiados en este lugar.
Hoy Francisco no ha venido a pescar. Y no
lo ha hecho desde que su hijo se perdió
en estas aguas .Desde ese dìa no ha vuelto a lanzar un anzuelo . Hoy precisamente se cumplen Seis años de
aquella mañana, cuando llegó con dos amigos y su hijo, armaron campamento y se
dispusieron a abordar su bote. El río de aspecto turbio advertía de una posible creciente; pero las ansias de
una buena pesca pudieron mas que lo que
aconseja la prudencia ante tal señal.
Ese día estuvo lloviendo en las montañas y
las pequeñas quebradas , que alimentan al rìo, elevaron su caudal. De repente,
El Raudal bajò violentamente para arrasar con todo lo que encontró a su paso.
El pequeño bote donde estaban Francisco y sus acompañantes fue barrido por la
creciente. Aterrorizados, Francisco y
sus amigos , con el orgullo empapado, y llenos de rasguños , alcanzaron la
orilla.
Hasta hoy, nunca hubo noticias del niño que acababa de cumplir Diez años. Por mas que recorrieron el río junto a
otros pescadores no encontraron rastros del muchacho. Unos días después cuando las aguas habían bajado su
nivel, recorieron el rìo hasta la desembocadura,
y ni señas del niño, y la mochila que llevaba a su espalda.
Hoy, Francisco y su familia están
aquí precisamente para conmemorar esa fecha
y la memoria de aquel niño, que el trajo a conocer los misterios de estas
regiones. A hacerse un hombre.
Las lágrimas no se hacen esperar, y entre sollozos lanzan al agua muchos pétalos de rosa que
trajeron como señal de homenaje…hacen
algunas oraciones y súplicas por el
desaparecido. Permanecen impávidos por unos instantes, cada uno recordándolo a
su manera.
_ “Donde
quiera que te encuentres hijo, perdóname”.
Masculla Francisco con un gesto en el que amalgama la rabia y su tristeza.
_ “Donde
quiera que el esté recibirá el mensaje
de estas flores, y sabrá cuanto le amamos” . Le susurra la esposa sin conocer
la verdad que se encierra en sus palabras.
Ahora, Francisco camina hacia el río sin
importarle mojar su ropa. Se detiene donde el agua le da por las rodillas. Mira
los pétalos flotar río abajo hasta perderse de vista. Allí permanece largo rato
humedeciendo sus recuerdos.
Su
esposa e hijas se sientan en una enorme raíz a contemplar su ausencia. Y es
verdad. Lo saben absorto en su pensamiento y no pretenden sacarlo de ese
trance.
Pasan
varios minutos e inmóvil, Francisco ni siquiera responde al saludo de dos
lugareños que pasan por el lugar. Estos le observan y lo suman a su repertorio como
uno mas que viene a realizar rituales esotéricos.
_ “ja,,
sin prender una vela no va a conseguir los favores de un santo”. Comenta uno de los campesinos , a
manera de burla y sin detener el andar.
_”Si
hombre compa. Y esas flojas ni siquiera
lo ayudan”. Comenta el otro, al instante que comparten una sonrisa.
_”Ni
pa` eso como que sirven los capitalinos…!”
Los dos hombres continúan caminando río
abajo hasta desaparecer entre los matorrales. A unos quinientos metros , Pablo
aún está en el agua disfrutando del frescor que le llega hasta el espíritu. El
abuelo siempre le ha dicho que al río se le respeta y se le ama. Trae la vida y
se la lleva, remoja la esperanza y lava estas tierras trayendo el renacer.
Pablo se zambulle una vez mas y para su
sorpresa emerge en medio de una alfombra de pétalos rojos y blancos que le
rodean y le hacen estremecer del susto. Piensa en las historias acerca de cosas
extrañas que suceden por aquí. y que ha
escuchado del abuelo, y de boca de los lugareños que habitan por estos rumbos.
Se persigna varias veces para protegerse. y toma del agua un puñado de los pétalos para
enseñarlas al viejo, que a lo mejor no creería lo que le acaba de acontecer. Presuroso
corre al rancho llamando al abuelo.
_ “Abuelo,…..!
abuelo…! “ . Y no obtiene respuesta.
Sale de la humilde construcción y se
dirige al sembradío de cambures que está detrás.
_ “Abuelo…! Abuelo…!”
_ “Aquí estoy, Pablo..¿ qué te pasa ‘? ¿ Por
qué tanto alboroto? Ni que hubieras visto a un muerto…”
_ “No
abuelo, un muerto no; pero mira….mira”..
_ “Y
¿ qué es lo que tengo que ver mijo .? “.
Aparece el anciano de entre las plantas.
Aún nervioso, el joven no se había percatado que mantenía el puño cerrado. Abre
su mano y el hombre observa los pétalos sin tener idea de lo ocurrido. Pablo
inicia su relato…….
_ “Abuelo,
mientras me bañaba en el río, de
repente toda el agua se cubrió de estas
flores.”
El hombre, cargado de años y experiencias,
nunca había oído nada igual. Se rasca la cabeza debajo del sombrero pensando
una explicación para el evento.
Le indica al muchacho que le acompañe al
río. Y mientras avanzan cavila un presagio que lo ha perseguido durante estos años.
De
entre los matorrales surgen dos hombres que se dirigen a ellos para saludar al cimarrón.
_
“Caramba Don chucho, si no es así no lo vemos.” Le saluda uno de los caminantes
_
“Si hombre, mijo. Si ya casi ni salgo de este rancho….¿ Y como que andan
celando unas lapas?. Responde, tratando de no alargar la conversación.”
_
“No hombre..Don chucho, si con este solazo y este calorón, lo que provoca es
echarse en el río a ver pasar el tiempo”.
_
“Si hombre….”
_”¿
Y Usted si como que va a echarse un
bañito en la poza?”. Le preguntan.
_”Noo hombre ,,..si lo que voy es averiguar una
vaina que asustó a Pablo ahí…”
_ “Y ¿
que será? Porque ese carrizo vive metido en ese monte” ..
_
Guá…miren lo que le salió en el río....enséñales Pablo…
El muchacho abre su mano y le explica a
los recién llegados lo que le sucedió.
_
“No mijo..no te asustes..,,eso no tiene nada de raro, mas arriba vimos a una gente haciendo
brujerìas y que pa` llamar la suerte. El tipo que estaba en el
agua hasta lloraba, debe estar bien jodido…..Don chucho sabe las vainas
que ahora vienen a hacer por aquí.,
además es Mayo y hasta los aparecidos tienen sus creyentes”
_
“Es cierto…, estamos en Mayo y hoy es”……Proclama el viejo sin terminar la frase.
_
“Ahhh. , como si no lo supiera , Don chucho., si ayer vestimos la cruz”…Responde
el hombre tratando de completar el pensamiento del Don chucho.
_”Es
cierto mijo…es que esta memoria mía…ya hoy hace….tanto de eso”.
_”¿Tanto
de qué abuelo ?”. Tercia el jovencito.
__”Olvídalo Pablo..”, y entre dientes murmura algo que solo el conoce.
__”Olvídalo Pablo..”, y entre dientes murmura algo que solo el conoce.
Vuelve a su mente un pensamiento que le
asusta, que ronda en sus sueños; pero
que lo obliga a enfrentar la realidad.
_”¿
Y por dónde viste a esa gente, Olegario? “. Pregunta el viejo.
_
“Río arriba, como a diez minutos de aquí. ¿ Y eso? ¿ Cómo que se quiere echa`
unos ramazos? “. Bromea uno de los hombres.
_
“Que ramazos , ni que ramazos…si me acompañan, quizá me puedan ayudar”. Indica don chucho.
Intrigados,
los dos hombres deciden acompañar al viejo y al muchacho.
El viejo en sul andar va desempolvando una
historia que solo el y su difunta esposa
compartieron y guardaron con celo…
Hace unos años, un cuatro de Mayo para ser
exactos, hubo una violenta crecida de El Raudal que tomó por sorpresa a todos.
Ese día no había llovido por acá;
pero en las montañas llovió toda
la mañana. Las aguas bajaron con tal furia que la llanura se inundó de repente, quedando charcas por todos
lados. En la tarde, Don chucho salió a recorrer la vega y para su sorpresa se
encontró con un niño desmayado entre los camburales. Un enorme chichón en su frente delataba el
por qué de su desmayo, y los rasguños en
los brazos una señal de que este niño había sido arrastrado por la corriente,
que afortunadamente lo botó hacia la orilla.
El y
su esposa le atendieron hasta hacerlo reaccionar. Unos minutos bastaron para darse cuenta que
aturdido por el golpe, El niño había perdido la memoria. Por ello cayeron en la
trampa de dejarlo unos días mientras aparecían los familiares.
En su cuello descubrieron un cordón con una
medalla en la que se leía: El Nazareno de San Pablo, por lo que decidieron
llamarlo así. Pablo.
La
señora lavó con esmero la ropita que estaba en la mochila que traía el niño y le hicieron saber a los
escasos vecinos, que se trataba de un nieto que había venido a pasar una
temporada con ellos. A Pablo se le hizo fácil querer a estos abuelos….
Ya en el camino, Don chucho se debate entre
encontrar a esa familia o que no aparezcan nunca.
Cuando se acercan al sitio donde aún están
Francisco y su familia, Don chucho le pide a Pablo que se esconda en el monte por si hay problemas. En realidad quería
indagar una realidad que no quisiera descubrir. Se aclara el pecho para llamar
la atención del grupo familiar.
_”Buenas
tardes, paisano”. Don chucho dirige el
saludo hacia Francisco.
_
“Buenas las tenga, don…¿ Cómo andan las cosas por aquí?”. Le contesta con esta pregunta para romper el hielo.
_
“Bueno..todo bien y con estos calorones..! ¿ Cómo que vinieron a agarrar una
fresca?”. Riposta el viejo, buscando información.
_
“Digamos que sí”. Le responde Francisco, un poco capcioso, y agrega,.”.vinimos
a refrescar el alma y a tomar un descansito”.
_
“Ahhh, ya veo..¿ Y vienen de lejos?”. Insiste el viejo en saber mas de estos visitantes.
_
“Puede ser…aunque la distancia es mayor cuando regresamos”.
_ “¿ A qué se refiere? No entiendo?.”.Arguye, El viejo.
_
“Bueno…hace algún tiempo nosotros perdimos a un familiar en este sitio, y cada
año venimos a conmemorar su partida….por eso se nos hace mas largo el regreso,
porque nos vamos llenos de tristeza y recuerdos”.
Don chucho conjetura en su mente, si estas
serán las personas que había esperado, y que nunca quiso que llegaran. Prefiere
indagar indirectamente. Quizá con la esperanza que aún guarda en su corazón.
- “Si , hombre. Tantos pescadores que han muerto
ahogados en estas aguas.. ..Y tan tranquilas que se ven.; pero son una fiera
indomable en el invierno, ¿ Un hermano , algún compadre?”
_ “Mi
hijo…,apenas un niño de Diez años…..Diego de Jesús…, aquel día se perdió en una
crecida, y nunca lo pudimos encontrar”. .Francisco rompe en llanto.
En la garganta de Don chucho se hace un
nudo que le impide continuar la conversación.
Su rostro enrojecido llama la atención de Pablo, y este sale de su
escondite para acercarse a ver lo qué le sucede al abuelo.
_ “
Pablo, te dije que esperaras allá”..!
La mujer, que había permanecido en silencio
, reconoce en el joven los rasgos de su hijo perdido y corre hacia él. Lo abraza y rompe a llorar.
Igual Francisco, se acerca atónito y toma
el rostro del muchacho entre sus manos….
_ “Diego
de Jesús …hijo… eres tu ,¿ Por que no nos reconoces? ¿ Qué te han hecho?.”..
_ “Dios
Santísimo es Diego”…Corren las hermanas
hacia el chico, que aún no entiende lo que sucede; pero igual llora
ante la inusual situación….
Todo se ha quedado en silencio, y un mudo
llanto quebranta el rostro de Don chucho. Las lágrimas parecen desgarrarle
hasta el último recodo del sufrir.
_ “Pero señor, si este es mi hijo Diego”…Francisco se dirige
al anciano.
_ “La
historia será larga….mejor acompáñenme al rancho, y les cuento”. Apenas logra
balbucear Don chucho.
El grupo toma el camino a el rancho de Don chucho. La tristeza hace mas pesados
los pasos del anciano, a medida que va contando los detalles de lo ocurrido,
hace Seis años, tal día como hoy. El alma se le
esta yendo cuando recién llegan al rancho. Las piernas se le desvanecen
ante el umbral.
_ “Abuelo…abuelo”…Lo
toma el muchacho del brazo al ver que se desploma hacia el piso.
_ “Don
chucho ¡ Por Dios ¡ ¿ Qué le sucede?”. Se acerca Olegario a auxiliar al joven
que apenas sostiene al anciano.
_”Pablo, perdóname…esos son tus padres..que
Dios te…”.Apenas pudo decir, con sus
ojos fijos en el rostro de aquel joven.
.Con Pablo se van sus fuerzas , y la
tristeza se encargó de lo demás.
LA tarde siguiente, después de sepultar al
anciano, Pablo cierra la puerta de la casita donde quedan vivos sus únicos
recuerdos.
Al
tomar el camino, el río susurra un hasta
luego que solo Pablo puede escuchar.
C.K. Galindo.
A un
amigo...que llamamos Pablo.
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