domingo, 17 de noviembre de 2013

MI IDIOTEZ ES MÍA ...


Quizá la idiotez no sea un verbo ; pero se está conjugando, hasta hacerse colectiva. A lo mejor, como los ciegos de José Saramago , el contagio es inminente y afuera unos soldados nos están apuntando. Peor aún , para mi, es que presienta el contagio, y en una andanada de salud mental, me atreva a dar un consejo, pretendiendo que la mayoría se ponga a salvo en una premeditada cuarentena. Asumo pues el riesgo.
Venezuela no es enteramente culpa de los gobiernos. Algunas políticas, y los politiqueros de oficio, lo que han hecho es redundar sobre una moral aldeana. Se ha hecho común que Nuestra dignidad no vaya mas allá de un plato de frijoles en la comodidad de un plato. Hoy incluso, se hace cómodo hasta comer en las manos, con tal y no falten los granos. 
La moral, sobre la que nos alertaba El Libertador, aún es necesaria, y de las luces..ni hablar. Pero las luces van unidas a la moral, y viceversa. Habrá que reconstituir al venezolano desde sus cimientos. Salvaguardar nuestro gentilicio, y hacernos al camino de las civilizaciones de avanzada. Lo "avispaos" no nos estorba; pero debemos desechar de plano la mal llamada "viveza criolla", esa que no hace pensar que somos dueños de la tierra porque seremos enterrados en ella, como si el mar ya no tuviera ya suficientes cadáveres que son amos de una inmensidad que le es ajena. 
Este país se está revolcando en sus alegrías en vez de perfumarse con ellas. Quizá los estoy contagiando con mi propia idiotez, y me disculpan la torpeza; pero me está doliendo esta mancomunidad de pendejos, que no contentos con el rol que escogieron, también nos están arrastrando hacia un país de bolsas : De mantenidos, de facilismos , de granos puestos en las manos sin aprender a sembrar, y menos aún, desarrollar su cultivo. 
Nuestra inteligencia se está desvaneciendo : Por selección natural, concordando con el científico, Charles Darwin , Nuestro ADN va a llevarnos a ser un país de muchachos torpes. Una generación de esclavos : La mano de obra idónea para los países que están labrando su desarrollo, y no tienen quien le haga el trabajo sucio. Ya hay naciones sembrando su futuro, y acá estamos deforestando hasta nuestros campos. La universalidad se nos aleja a pesar de la globalización.

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