Hoy los nombres y apellidos salen sobrando a la hora de escribir estas líneas. Ella es
una amiga, como muchos de mis ex alumnos, y como ella, mucha gente asistirá a
este amanecer teniendo lo que lo demás no tienen. El resto, hoy no volverá a ver el despertar con el mismo
afán.
El no tener ha sido una contingencia que
ha apabullado la paz espiritual de casi todos los humanos; por no decir que es
la mayor causa de nuestro “acostumbrado” estrés : No tengo un carro, no tengo
un celular, no tengo aquello o no tengo lo otro. Claro. Trabajamos y nos
esforzamos por tener al menos una vida confortable. Nada mas justificable como
objetivo en la existencia. El problema viene cuando no disfrutamos lo que
tenemos, por estar ambicionando lo que otros si tienen.
Mi
amiga tiene esos hijos que tantas mujeres anhelan, y tuvo un hogar como muchas damas
han soñado. Ella tiene tarjetas para
comprar lo que se le antoja ; pero no puede comprar . Hoy compartí con ella su amarga
instancia. No por no poseer lo que ella haya tenido, porque disfruto a granel
lo poco que tengo; si no por enterarme de lo que ella llora. Hoy su despertar
no será, como para la mayoría , un usual amanecer. Hoy no tiene que levantar a
los hijos, no tiene que lavar el carro, no tiene que ir al banco. Hoy no tiene
tiempo ni siquiera para asistir a su propia existencia. Peor aún, jamás lo
volverá a hacer pues tuvo que vender su carro y sus cuentas ya en cero le eximen
de la obligación bancaria. Sus hijos están bajo el cuidado de los abuelos. Mi
amiga despierta teniendo en sus manos solo una angustia : Mi amiga tiene un cáncer.
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