.
El
alba emerge del horizonte desbordando la desnudez de la tierra recién
surcada de los sembradíos. Un concierto de verdes
enmarca un paisaje en el tiempo. La
brisa nace para perfumar la luz. Con timidez , el sol van palpando el suelo
donde las semillas están por germinar. El aroma de los terrones parece agradecer el
gesto que invita a los granos a emerger de la tierra. Y entre
las húmedas muestras sobre un pastizal se fue urdiendo el presente.
En
un paisaje donde rebosa la vida, cada
sendero vibra con su propio respiro, y las historias manan de cada recodo.
Todos en “El timbal” lo saben. La magia
de la exuberante vegetación conmina a remozar la fe, y abona el verbo que acaricia a las leyendas. Aves, mariposas y aromas son parte del código con que la vida expresa
su mensaje para los que conviven en tan cercanos a la naturaleza. Cada cual , ,
de algún modo, respeta el verbo que conjuga a este ambiente con la sapiencia muy particular de quienes
han plantado sus huellas por estos caminos.
En
el fundo “El Timbal “ el tiempo está transpirando la esencia de los espaciosos corredores que
protegen la casona. La joven Mariana ya está sentada en el bode de su cama y se
dispone a renovar su fortaleza para
afrontar el nuevo día. Estira sus brazos parsimoniosamente a medida que sus
ojos acaramelados redundan con el aroma de los primeros sorbos que yerguen el amanecer. Apura
un bostezo para echar a andar su particular jornada. Su piel canela atesora la estirpe del trópico
que se abre paso por las ventanas de aquella
inmensa habitación.. Los sonidos de la
casa materna distan mucho del bullicio
que le despertaba en el dormitorio
universitario. La chica, recién egresada de la facultad veterinaria , ha
regresado a la residencia donde transcurrió su infancia para encargarse de las rutinas propias de su
recién adquirida profesión. De hecho, ha
venido a encargarse de toda la
administración de los predios del fundo familiar. Aún siendo la menor de tres hermanos, su padre convino en encomendarle todas las
responsabilidades que exige esta tierra. Sus dos hermanos mayores poco
frecuentan este suelo en virtud de sus profesiones. El mayor, un corredor de
bienes raíces , y el otro, un arquitecto
,que poco atinan a resolver en los asuntos del campo..
Son las seis y media, y el sol fulmina los últimos recovecos de la serena
oscuridad que sorbe la habitación que
pertenece a Mariana desde que tiene uso de
razón . Hoy, el contorno de las
columnas exteriores armoniza con la silueta de una joven que fluye en las transparencias que deja ver a través de su ropa de dormir.
Con apenas 25 años, asume con tesón las experiencias de su padre; pero sin
dejar a un lado el donaire de su personalidad . Mariana ha de visitar el espejo
dos o tres veces antes de salir de la habitación. Hoy ha decidido tomar el desayuno justo frente a las ventanas que enmarcan
el resplandeciente valle desde el interior de la casa. Es sábado, y Ella sabe con
pericia que son pocas las tareas importantes que hayan quedado sin resolver en
la semana que culmina. Mariana sabe con
certeza que su fragancia delatará su presencia para los trabajadores del fundo que ya deben estar disponiendo unos caballos para salir a revisar el monte
donde presumen que está una vaca que estaba a punto de parir . Ayer tarde , la copiosa lluvia y el afán de los relámpagos hizo imposible
arrear el ganado hasta el lugar acostumbrado.
El mensaje
esencial surte el efecto convenido en los
presentimientos de Mariana, y la respuesta no se hace esperar.
_ “ Señorita,
Mariana . Tenga buen día. Manda a decir el
Sr. Carlos que ya encontraron la vaca
recién parida , y que todo está bien.. Así que señorita Mariana hoy tiene tiempo para probar unas arepitas dulces
que le preparé. Están infladitas como a usted le gustaban..”
_ “
caras´ Isabel , me voy a malacostumbrar
a la delicia de tus golosinas. En
apenas seis días que llevo aquí, ya me has dado a probar por lo menos tres dulces diferentes. Esas arepitas no me
las puedo perder. Dile a alguno de los muchachos que le avise a Sr. Carlos que estoy atendiendo unas cuentas, y tu te
vienes a sentar conmigo para darle mas gusto al desayuno. Una conversadita no está demás para brindar
por las buenas noticias..”
_”Como
usted disponga , señorita , usted es quien.. “ La frase a medio decir , se
quedó tronchada por la carcajada de Mariana, y su súbita exclamación.. “
_ “
Déjate de pendejadas Isabel, que tu te criaste conmigo, y bastante que jugamos
juntas . Para ti Yo sigo siendo Mariana , ¿o se te olvidó que hasta comíamos en el mismo plato?
_ “
Como el Sr. Carlos dijo que usted ha
llegado para ser la patrona..” Isabel había estado presintiendo este encuentro
a solas con Mariana, y se hacía de una excusa para abreviar la conversación .
Teme que Mariana ya no esté interesada en revivir aquella amistad.
_ ¡
Que Carlos , ni que un carajo..! , A mi me importa un comino lo que Ellos estén
pensando. Tu sigues siendo la Isabel que
conozco , y Yo sigo siendo la misma persona que se fue de aquí desde que
culminamos la primaria. Así que te vienes a comer conmigo y te dejas de esas
bolserías.. Si sabrá Dios.. que yo no me fui a estudiar para ser la patrona ..! Habrase visto..!,
Tráete las arepitas que tenemos mucho que recordar..”
_
“Como usted disponga…. “
_”
Te acabo de decir que me quites el usted, que esa vaina sale estorbando entre nosotras.. .! La respuesta malhumorada
deja en ascuas a la joven que no se
encontraba identificada con aquellos tratos tan directos con los dueños del
fundo.
Criada a la usanza del lugar , Isabel
aprendió a tratar con especial respeto a
los padres y hermanos de Mariana. De la
noche a la mañana , se siente nerviosa ante la exigencia de la nueva patrona , que
es como todos ya llaman a Mariana en “El
Timbal”. La familia de Isabel se levantó en los límites de estas tierras . Sus padres y
hermanos mayores han laborado para esta
familia desde mucho antes que Ella misma
viniera al mundo. Basta recordar
que los vestidos mas preciados de su niñez, eran los vestidos que Doña
Antonieta le mandó a cortar junto con los de su hija Mariana. Como olvidar aquel extraordinario
aroma que les costó la mas memorable paliza que atiza sus recuerdos. Aquello
sucedió algún lunes cuando Mariana tomó prestado el caro perfume de Doña Antonieta
para echárselo a escondidas camino a la escuela. Nunca se olvidará en “El
Timbal” a la maestra Lucía entrando a la
hacienda con el par de niñas tomadas por las orejas a pleno sol de mediodía . La mamá de Isabel tuvo que lavar tres veces
aquellos uniformes para poder borrar el aroma que se consideraba indecoroso
para ser lucido por unas niñitas. Vaya
recuerdos ingratos de una feliz infancia.
La
delgada estampa de Isabel se abre paso entre las plantas que adornan el salón principal.Regresa
presurosa al comedor , y un tanto incómoda toma asiento donde le indica
Mariana.
_”caramba
chica, y desde que llegué a El Timbal no nos hemos tomado unos minutos para
rememorar tantos recuerdos. Cuéntame de
aquella gente que estudiaba en la escuela..”
_ “
Hay tanto que recordar… aunque casi todos ya se han marchado a hacer vida bien lejos de aquí. Pocos regresan
de vez en cuando, y apenas si visitan sus propias familias.. El destino les
trazó nuevos rumbos , y de algunos se sabe que no llegaron muy lejos. A la única que veo
seguido es a la maestra Lucía. Ella sigue igualita , como si los años no la
tocaran. Si no fuera porque la conozco, diría que ahora es bruja, porque parece
que siempre resuelve lo que uno está pensando antes de decirle. Muchas veces me
ha preguntado por usted…”
_”
Carajo chica , ¿y vamos a seguir con el usted…?
Entre
aquellas dos mujeres el tiempo disuelve sus fronteras a medida que la conversación se extiende por la vida de muchas
personas . Hoy algunas quizá ausentes y otras no tanto. Isabel está recordando en
este instante lo que su abuela Frida les mostró una vez en un sendero hacia el fundo. , y aún revive aquella
enseñanza , que a su vez la abuela había aprendido de un viejo ermitaño que
habitaba entre las montañas. Casi Nadie
mencionaba a aquellos ancianos ; al menos hasta este día. Por estas tierras colmadas de fe
y realidades mágicas aún se teme mencionar a Frida y a don Pedro Galindez. La gente les nombra mas que con respeto, con un genuino temor. Se
dice que trasmutaban animales y a
personas con el movimiento de sus manos y unas extrañas oraciones. Aún se cuenta
que sanaban enfermos , y que hasta apaciguaban espantos…
Mariana
no se atreve aún a satisfacer su curiosidad por aquellos personajes; pero
resuelve asomar el tema. No tiene la menor idea que Isabel también está
rememorando aquel evento que les transformó las vidas. Hasta ese día supieron
que jamás volverían solas a la escuela.
Isabel
adivina en los ojos de Mariana la pregunta que está por surgir . Se miran
fijamente por unos segundos y surge un silencio que rasga la serenidad del
comedor. La tersa tez de Isabel parece desvanecerse con la súbita palidez que
invade su rostro, al mismo tiempo se
hace mas intenso el tono acanelado de la piel de Mariana. Un secreto compartido
entre las dos mujeres aflora entre las manos sudorosas que se apresuran a estrecharse
sobre la mesa desnuda. La abuela Frida les había hecho prometer que guardarían
silencio sobre aquella experiencia
acontecida en este fértil suelo.
Eran
tiempos de un severo verano cuando dos niñas ataviadas de azul escolar jugaban con
sus pasos a medida que plasmaban sus huellas en los bordes del camino. El sencillo juego
consistía simplemente caminar descalzas y ver quien dejaba mejor marcados sus pies en el
suave polvo que enmarcaba el sendero. Apenas daban unos pasos y volteaban a celebrar
la comparación. Así dos pares de huellas iban dándole sentido a la condición
del juego. Ese día de la nada , un tercer par de huellas comenzó a surgir tras
los pasos recién plasmados por las dos muchachas. Un tanto nerviosas deciden detenerse a
observar el suelo con la esperanza que aquellas huellas hayan estado allí mucho
antes que las propias; pero se percatan
que delante de ellas no existen rastros de un caminante anterior, y mucho menos
descalzo como ellas andaban. Resuelven
dar dos nuevos trancos y para su sorpresa aquellas huellas avanzaron la misma
distancia que ellas mismas acababan de avanzar. A la carrera , y sin volver la
vista llegaron hasta “El timbal” pasmadas del susto . Ambas se dirigieron a sus
respectivas casas y contaron la misma versión mientras se aferraban a sus respectivas
madres.
Doña
Antonieta, conocedora de las rutinas que acontecen por estos predios ; pero no
menos sorprendida por lo que le cuenta su hija, sale al patio para hablar con
Isabel. Allí se encuentra con una escena similar a la que acaba de
vivir en el interior de su casa. Doris está consolando a su hija Isabel
mientras trata infructuosamente de zafársela
de sus ropas. La chica entre sollozos y apretones contra el cuerpo de su
madre vuelve a contar lo que les había
sucedido. Las mujeres, un tanto sobresaltadas , deciden llamar a dos de los
obreros del fundo para que las acompañaran hasta el lugar donde las niñas
fueron asustadas. Muy a pesar de los ruegos de Isabel y Mariana por no volver
al camino ; ambas madres se armaron de valor para hacer el trayecto mencionado
por las niñas.
_ “Es
allí por los cujisales …” Atina a sollozar una de las muchachas. “ ..Es allí
donde están esas mariposas.”
Los
dos peones empuñan sus machetes y se adelantan al lugar señalado pensando que
lo que buscaban era una serpiente o a algún merodeador.
_”
Ave María purísima..!” . Exclama uno de los trabajadores, a tiempo que se
persigna.
_ “
¿ Y que fue lo viste, Miguel, que se te perdió el semblante?. Aborda Antonieta
al trabajador ensimismado por lo que está mirando.
_”Mire
señora , por estas sabanas los viejos decían que esas mariposas verdes solo aparecen
para posarse en el suelo donde haya estado un duende. Dicen que Ellas perciben
su aroma al confundirlo con el olor de las flores.. y Yo dudo mucho que en
medio este sofocante verano por aquí se haya salvado alguna flor.. Mejor
regresemos al fundo, que estos son asuntos para los que saben de eso..”
Antonieta
y Doris insisten en acercarse al lugar para corroborar lo dicho por sus hijas,
mas solo ven las huellas de las dos chicas, mientras que aquellas aún pueden
ver el trazo de los pasos que venían tras los suyos.
_”Allí
están , mamita , allí están..!” grita
Isabel a tiempo que se resguarda con el cuerpo de su madre.
_”Mire
doñita , mejor hacemos como dice Miguel.. y que de eso se encarguen los santos
y la Virgen bendita..” Aconseja el otro trabajador mientras que literalmente
las arrea hacia el camino de la hacienda.
Los seis
regresan al fundo , un poco confundidos , y de plano nerviosos por la situación
. Doris decide comentarle a Doña
Antonieta que consultaría con la abuela Frida sobre aquel evento, y que
aprovecharía este momento para llegar hasta
la casa de la anciana . Un tanto incrédula de las prácticas de fe de
algunos lugareños , Antonieta accede sin repararos a la petición de Doris.
_”Pero
me mantienes al tanto de lo que te diga tu abuela..”
_”
Así será , Doña Antonieta.. así sera´..”
Los
obreros regresan a sus faenas sin dar mayor importancia a la conversación entre
las mujeres. Sin embargo; se hizo común
en “el timbal” que los trabajadores
hablaran de aquellas mariposas , y de lo que estaba por acontecer.
Frida
es en realidad la madre de Doris ; pero todos en su familia se habían acostumbrado a llamarla abuela. Con el transcurso de los años aquel epíteto terminó por redundar
sobre la tez de la noble mujer. Ceñida por hábitos un tanto clandestinos, todos
los habitantes de este valle le concedían a Frida poderes en lo sobrenatural. Una
buena rezandera , y mejor comadrona, entre
sus sencillas costumbres. Frida era
reconocida por sus pócimas para sanar enfermos. De allí , su acostumbrada caminata hasta la casa
de un ermitaño que habitaba al pie de las montañas. Aquel hombre , con el
tiempo, y por agradecimiento con la
curandera, le fue enseñando algunas cosas que lindan con el peso de las
leyendas que se habían tejido alrededor
de su nombre. Nada extraño fue ver a Frida recolectando hierbas con Don Pedro
Galindez , a tiempo que parecían conversar con las plantas y con los animales.
De allí su fama y el respeto que se les concede al nombrarlos; de allí el temor por mencionar sus
nombres por estos prados.
Aquella
tarde , luego de conversar con Doris, Frida acordó ir a buscar a las niñas para
echarle un vistazo al lugar donde las asustaron. Así se dispuso a pasar por “El Timbal” para
hacerse acompañar de las jovencitas. Mariana , un tanto recelosa aceptó volver a
ese sitio, mientras que Isabel obedeció gustosa andar al lado de su abuela.
Antonieta y Doris insistieron en acompañarlas; pero la matrona se negó
rotundamente: “ Cinco no es número muy conveniente para encontrase con
duendes…” Se limitó en decir.
Sin
pretender ponerse de acuerdo, Doris y Antonieta presumen que quizá no las habían
espantado porque con aquellos obreros ,
conformaron un grupo de seis personas.
Frida toma a las dos muchachas de sus manos y enfilan rumbo hacia el camino principal. Un cordón azul
al cuello con un brillante crucifijo , además de un rosario colgado en su brazo derecho , eran las
armas que esgrimía para afrontar aquello desconocido ; al menos para las dos
escolares que aún andaban uniformadas.
Las
dos mujeres se persignan a tiempo que encomiendan a sus hijas a la fe de sus particulares
creencias. Siguieron con la vista a Frida y a las dos niñas hasta que
desaparecieron tras unos arbustos secos. La abuela va indagando lo que habían
visto las niñas a medida que se acercan a los cujisales. Al mismo tiempo reza
con el pensamiento una oración a San Miguel con la que se conforta a la hora de
prevenir el mal. No le está prestando mucha atención a lo que le cuentan las
jóvenes mientras observa con detalle cada palmo del sendero. Sus sentidos
parecen palpar cada brizna del ambiente.
Mariana
e Isabel se aferran a el vestido de la abuela al llegar al lugar donde aún
revolotean algunas mariposas de tono verdoso . La mujer las abraza contra sí a
medida que se arrodilla para proclamar algunas palabras como si estuviera viendo a quien se las
dirige. Todo se ha quedado en absoluto silencio. Hasta las chicharras parecieron comprender lo que estaba sucediendo.
_”
Ya pueden voltear sin miedo.. Lo que estuvo ya no está, y las mariposas se
marcharán con el devenir de la noche. Así suele suceder cuando la inocencia
priva ante el acecho de lo inesperado..” . Frida palmea suavemente la espalda
de sus acompañantes para devolverles la tranquilidad..
_¿ Y
que fue lo que nos asustó ? Susurra Isabel sin aún volver la vista hacia la
polvorienta orilla por donde venían jugando. Mariana está gimiendo a tiempo que enjuga sus lágrimas contra el
pecho de Frida.
_
“Nada que por ahora les interese saber ; al menos que hasta que aprendan a
rezar..”
_”La
maestra Lucía nos enseñó el padre nuestro y nos está enseñando a rezar el credo
para que estemos listas para el catecismo.” Atina a declarar Mariana.
_
“Bueno, de ser así, prométanme que jamás contarán lo que les voy a mostrar”.
Frida
entendió en el silencio de las niñas que aceptaban el compromiso , y las volvió
a abrazar , esta vez con mas fuerza, como pretendiendo unirlas con su alma.
_”
En verdad esas mariposas son custodios que resguardan el camino de algún santo,
o la presencia de un ser de luz. Quizá un pariente cercano que nos viene a
proteger. Pero siempre resguárdense de las mariposas negras que tienen ojos en sus alas. Son
portadoras de malas vibraciones y acompañan a las almas en pena en su tránsito
hacia el purgatorio. A las aves y a las
mariposas se le permite ver lo que a la mayoría de humanos nos está prohibido. Al igual que el
resto de los animales y casi todas las plantas , ellas pueden libar la
presencia de lo divino y callar lo secreto. Total los hombre no suelen entender
el lenguaje de lo que nos rodea.”
-“ ¿
Y si no somos pájaros cómo pudimos ver
esas huellas que nos perseguían ?”
Arguye Isabel.
_ “
Ustedes son como inocentes golondrinas o tiernas mariposas que recién están
saliendo de sus capullos.. todo es equilibrio en el idioma del universo. Si
desearan volar por un instante comprenderían mejor a lo que me refiero . La
desconcertante propuesta deja a las muchachas sorprendidas , a la vez que
deslumbra su curiosidad infantil.
Frida
introduce su mano en el regazo para extraer un envase de chimó. Abre la latica parsimoniosamente
a tiempo que de sus labios brotan algunas palabras a manera de conjuro. Dentro
del envase, un polvo amarillento emana
un aroma intenso que invita a aspirar profundamente. Frida apenas roza el
contenido con la yema del pulgar y con un leve masaje lo coloca en la frente de
Isabel y de Mariana, justo entre las cejas. “ Abran sus alas al sol y sorban
del aire la tradición de los tiempos.. todo sobre la tierra es energía y todo
por sobre la vida es luz…” Proclama Frida con sus ojos cerrados.
En
un instante las dos muchachas semi adormecidas
entraban en un trance que las hacía sentirse desprendidas de sus cuerpos
. Frida mantiene los ojos cerrados mientras
mantiene a las jovencitas abrazadas contra si misma.
Una
suave brisa encumbra tres mariposas sobre una hermosa campiña. Frutos y flores
parecen conversar en las ramas que se extienden por sobre el camino. Un joven
descalzo con su dorso al sol y su barba impregnada de rocío está sentado sobre
la verde alfombra que cubre todo el suelo. Sus manos abiertas hacia arriba
palpan la luz que se plasma sobre su blanca piel. Un hombre , también descalzo ,
pasa junto a la vereda haciendo un gesto reverencial hacia el joven que parece
acariciar el aire. Se detiene frente a las mariposas para obsequiarles una
sonrisa. El rostro familiar dirige su mirada hacia donde están unas huellas a
la vera de un camino. Hace un ademan para invitar a que le sigan en dirección a un troco seco que está
semienterrado en el polvo. Con la punta de su pie remueve el tronco y de su
interior se ve salir una peligrosa serpiente. El hombre se quita el sombrero para dejar ver su rostro a
tiempo que se despide con una breve reverencia…..
_”!
Mi papá, mi papá ..! Despierta Mariana sobresaltada con lágrimas en sus ojos.
Isabel y Frida también consternadas simplemente le asienten mientras se ponen
de pie. Frida toma a las muchachas de nuevo de sus manos y las conmina a
regresar sin decir palabra. Luego se detienen justo frente el sendero hacia El Timbal, y Frida le recuerda a las niñas el
compromiso que acaban de asumir con
ella. Les habla de lo acontecido y de la señal de amparo que las resguarda.
-“
Nada de esto lo deben conversar con nadie o corren el riesgo de perder la
facultad de ser protegidas por un ángel tan cercano a ustedes.. Solo diremos a
sus madres que oramos muchas veces y que todo está en paz.. Debe guardarse el
equilibrio entre la luz y el universo..”
Con estas palabras , Frida dio por terminada su conversación con Isabel
y Mariana, y fue la única razón que esgrimió ante Doris y Doña Antonieta.
_”
Son cosas de muchachos que se asustan hasta con la brisa.. Unas oraciones y ya
están tranquilas.. ¿verdad muchachas?..” Y con un guiño sigiloso, Frida
configuró el acuerdo ya prestablecido….
Hoy Mariana
e Isabel aún están sentadas frente al ventanal cuando por fin Mariana se decide
hablar de aquel momento.
_” ¿Te
acuerdas Isabel cuando juntas volamos sobre aquella linda campiña..?
_”cómo
no recordarlo si siempre llevo conmigo aquel pequeño envase . La abuela me lo
regaló algunos días antes de fallecer.. ¿Quieres volverla a ver?”
Justo
como solía hacer Frida, Isabel introduce su mano en su regazo para extraer
aquel envase tan lleno de recuerdos..
En los corrales , Miguel da unas palmadas a Carlos por la espalda para que voltee a mirar
hacia el ventanal de la casona. Ambos se persignan sin aflorar un verbo.
Dos hermosas
mariposas están revoloteando en el pasillo y se dirigen hacia el jardín. La
enhiesta espiga de los capachos parece conjugarse con aire que emana de sus alas. La fe y la
realidad comulgan con el aroma de este amanecer.
Octubre
del 2015.
César
F. Rivero R.
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